viernes, 17 de diciembre de 2010

Madrid Arabe






Madrid entra en la Historia de la mano del Emir cordobés Muhammad I (850-866), cuando ordena construir un baluarte defensivo, en lo alto de un cerro, a la izquierda del río Manzanares.

Este castillo, formaría parte de un cinturón defensivo, desplegado entre el Macizo Central y la ciudad de Toledo, que había sido capital del antiguo reino visigodo.

La finalidad de esta red de atalayas, torres vigías y castillos era el establecer un sistema estratégico, una muralla infranqueable, que permitiera conocer los posibles avances de las tropas cristianas con suficiente antelación y que sirviera también de freno a estos ataques, comunicándose las distintas guarniciones entre sí mediante humaredas (de día) y con hogueras y fogatas (de noche).

Se sabe que, la fortaleza madrileña era una pieza capital en el funcionamiento de dicha red. Castillejos y atalayas se situaban cerca de las vías naturales de penetración, de norte a sur, descendiendo desde Gredos y Guadarrama.

Muchos de estos enclaves han llegado a nuestros días, bien por restos o por la toponimia, como La Alameda, Torrelodones, Valdetorres, Buitrago, El Berrueco, Mirabel, Torrelaguna, Venturada o El Vellón, por no hacer más larga la lista.

La construcción del baluarte madrileño se debió plantear como fortificación de empeño, con recios y sólidos muros y fortificaciones. La propia voz castellana de "almudena" , que de su origen árabe prevaleció posteriormente, indica con claridad qué tipo de fortificación se hizo

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